Versos del Plenilunio

. . . (nuestra hermosa Catedral de la Perla de Occidente) . . .

Las palabras no salían y se hacía tarde. el plenilunio sabatino daba paso al matinal destello dominical. los sobrevivientes demasiado cansados estaban para seguir danzando. se limitaban a charlar recargados sobre cualquier apoyo disponible. los vencidos se habían retirado o yacían en el suelo. incapaces de articular una palabra. incapaces de percibir sensación alguna. afortunados los caídos. para mí la suerte era muy diferente. mi violento metabolismo se había deshecho del destilado de agave hacía tiempo. mi estropeado órgano pensante presentaba estragos significativos. un dolor de cabeza intolerable. no obstante, mis pensamientos y divagaciones seguían viajando en vertiginosa velocidad. eras una sobreviviente más. al igual que yo, tal vez, la capacidad de tu cuerpo para procesar el alcohol era admirable. o tal vez, no compartías el placer de la bebida conmigo. serena. radiante. inteligente. esos eran los apelativos que circulaban una y otra vez por mi cabeza. mas uno le ganaba a todos. bella. mis acompañantes, desgraciadamente se podían contar entre las bajas. veía la cabeza de M. despeinada y su rostro inconsciente pero feliz. reconocí también, en el centro del campo de batalla, el tennis que antes me había presumido A. quien ahora soñaba plácidamente en el regazo de una bella damisela.

charlabas y charlabas. y mis palabras aún no salían. fue entonces cuando inexplicablemente postrada sobre una mesa, vi a mi vieja amiga de cristal. le habían hecho daño, bajando sus reservas a más de la mitad. pero había lo suficiente para que los versos al fin despertaran de la hibernación en mis entrañas. la última provisión de la guerra y ahora estaba en mi mira. moví ligeramente los pies para despertarlos de su entumecimiento. troné las falanges derechas, seguidas de las izquierdas. sacudí un poco la melena despeinada. a paso ligero me fui acercando poco a poco a mi salvación. tomé a mi gélida conocida con la mano derecha. presuntuoso como soy, improvisé algún truco de experto bebedor antes de verter su contenido sobre un vaso, que ya antes había cumplido su propósito. mmm. ¡gracias Jalisco! ¡gracias Tequila!

salud. fondo. fondo. fondo. limpié las comisuras de mis labios al más puro estilo pirata. y esperé el efecto. mientras tanto reposaba sobre la mesa y como por arte de magia. la vitalidad regresó a mi cuerpo etilizado. las oraciones fluían cual arroyo. me sentí Neruda, Sabines, Whitman, Benedetti, Machado, Nervo.... ¡ahora era todos ellos! ensayé mi risa y mi plática casual con un idiota embarrado en el piso. supuse que había tenido buen resultado, pues abrió los inyectados ojos y me balbuceó: ¿Yo pago?. ja. pobre borracho. con mi clásico andar de pies ligeros, me fui acercando a los ya reducidos seres humanos alertas y conscientes. ¡gracias Jalisco! te veías mejor que nunca. acomodé un poco mi abrigo y guardé las manos en los bolsillos. eras una diosa. en el gigantesco patio, donde aún había restos de homo sapiens (¿sapiens?) ya se percibía el tenue resplandor del Astro Rey apareciendo desde oriente. me detuve junto a tu sillón. aclaré mi garganta. esbocé una sonrisa. llamé tu atención. y mi primer ataque "benedettiano" fue:
Nena, no mames, estás bien buena. Vente conmigo a lo oscurito, ¿va?

cuando el Sol ya casi volvía a caer en occidente. desperté. sentía la cabeza a punto de estallar. esquivé a unos cuantos desvanecidos en mi camino al lavabo. entré al baño.abrí el helado grifo y al mirar mi reflejo en el antiguo espejo, observé una roja e incandescente silueta pentadactilar que, cual maquillaje, adornaba mi mejilla...

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